El pasado 21 de agosto nos levantábamos con otra noticia que golpeaba directamente al patrimonio bizantino en Turquía: la decisión del ejecutivo turco de transferir la gestión de san Salvador de Cora al Ministerio de Asuntos Religiosos y su consecuente conversión en mezquita. Aunque no ha tenido tanta repercusión como el caso de santa Sofía, las voces de alarma y preocupación se han alzado igualmente entre los estudiosos del mundo bizantino y los especialistas en Arte y Arquitectura por los daños que van a suponer cubrir su rico patrimonio iconográfico (mosaicos y frescos), así como la conservación de la estructura.1
El 25 de agosto la AIEB remitió a Mechtild Rössler, directora del
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